Todas las industrias fueron afectadas por las nuevas tecnologías como el Internet. Quizás la más golpeada fue la industria cultural que debió adaptarse a los nuevos mecanismos de distribución y reembolso. ¿Cómo cobrar lo que se puede adquirir gratis? ¿Qué valor agregado puedo ofrecer?
Los primeros fueron la música y la prensa. Luego las películas y series televisivas. Unos eligieron atacar a los nuevos “piratas” por todos los medios posibles. Otros fueron y aún continúan buscando la mejor manera de adaptarse a las nuevas reglas. Ahora es el momento de la industria editorial.
El e-book es un avance que a los amantes de la lectura admirarán. Un dispositivo fácil de transportar, liviano, con una capacidad de memoria enorme y una pantalla especial para leer que nos va a permitir llevar con nosotros innumerables novelas adonde queramos. Textos que van a ser mucho más baratos y accesibles, ya que pueden ser bajados de la web a bajos precios, o incluso gratis.
Pero, una vez pasada el momento del asombro, debemos preguntarnos qué efectos conllevará este avance en la producción cultural. Cómo se las arreglaran los escritores, especialmente los desconocidos, para sobrevivir si sus largos trabajos son adquiridos gratuitamente. Por un lado, la cultura va ser mucho más accesible, pero al mismo tiempo se va a ver empobrecida. ¿Qué pasará si los escritores son obligados a mantener otros trabajos ya que no pueden vivir de producción cultural?
Le ha llegado el momento a la industria editorial de superar este nuevo desafío si es que quiere sobrevivir. Tendrá que probar diferentes víasde cobro, como ya lo hicieron otros, ¿por subscripción, por publicidad?. Y no es el negocio de las grandes editoriales lo que preocupa, sino los escritores detrás de ellas. Los que tienen algún reconocimiento, pero escaso poder de negociación. Los que todavía no son conocidos, pero tienen un futuro prometedor. Éstos serán las primeras víctimas y sus lectores los principales afectados. El e-book puede ser la oportunidad de democratizar y fomentar la literatura, de impulsar nuevos escritores, o lo opuesto. Esperemos que sea lo primero.
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