domingo, 29 de agosto de 2010

LIBRO: Una luna

 "(...)Viajar es, por supuesto, la confesión de la impotencia: ir a buscar lo que te falta a otros lugares. Si realmente creyera que no necesito nada más me quedaría en mi casa. Si realmente creyera que no necesito nada más sería un necio. Si realmente creyera que no necesito nada más sería feliz. Lo intento, desde hace mucho tiempo. Pero la vejez -¿he dicho vejez?- consiste en saber desde el principio que un viaje siempre se termina. (...)"
Un diario de viaje nunca deja de ser interesante, y cuando el autor es Martín Caparrós resulta, además, sorprendente.

Buenos Aires, París, Kishinau, Monrovia, Amsterdam, Lusaka, Barcelona, Pittsburgh, Johannesburgo y de vuelta a Buenos Aires. Tras ser enviado por el Fondo de Población de Naciones Unidas a entrevistar a jóvenes migrantes, Caparrós vuelve a la crónica con Una luna, pero esta vez de una manera más autobiográfica, más íntima.

Ya en el primer párrafo se hace preguntas a sí mismo que, aunque no van a tener respuesta alguna, dejan ver el pensamiento y las reflexiones del autor. El libro ofrece de todo un poco: la nostalgia de volver a ciudades donde vivió en su época universitaria, a la plaza donde vio por última vez a un amigo fallecido, las sensaciones que le genera pensar qué hubiera pasado de haber sido él, pisar suelo africano con zapatos y ya en eso sentir enormísimas diferencias.
"(...)¿A quién se le ocurrió que a los hombes les importa lo que les pasa a los miles de millones que no conocen, o a los miles que viven en su barrio? Mejor, distinto: ¿a quién se le ocurrió que tenía que importarles? Entre esas dos preguntas -¿a quién se le ocurrió que sucedía, a quién que debía suceder?- se enrosca buena parte de la historia.(...)"
Además, Una luna reúne las historias de vida que conoció a lo largo del mes de trabajo, y todo lo que le generó a él haberlas escuchado y haber estado en lugares a los que nunca creyó que iría. A medida que el lector pase las páginas va a ir viajando tanto por ciudades de Europa y África como por el interior del autor.

Bajo una misma luna charló desde con una moldava que fue vendida por su marido, hasta un maliano que tardó tres años en llegar a Europa, pasando por un salvadoreño pandillero y un liberiano que vio cómo mataban a su abuela, entre otros casos increíbles, pero bien reales y ciertos.

Un viaje lleno de contrastes, historias, aviones cruzando continentes y un mismo periodista que se describe sin filtros.
 

viernes, 27 de agosto de 2010

Sustainable Dance club: diversión consciente


Gente que baila y una pista que genera energía a partir de esos movimientos: bienvenidos a la nueva generación de discotecas.

La idea nació en Rotterdam en 2004, de la mano del empresario Stef Van Dongen (director de la compañía Enviu) y dos años más tarde, se llevó a cabo el primer experimento en la discoteca Off Corso, que fue bautizado “La masa crítica”, en referencia al momento en que la cantidad de gente y movimientos en la pista de baile permite la generación de energía eléctrica.

A pesar de apuntar a un nicho específico y una cantidad relativamente menor de personas, la aceptación del proyecto de Enviu y Döll fue inmediata. Y en pocos años no sólo se inauguró el club “Watt”, el primer boliche con pista de baile “sostenible”, sino que Sustainable Dance Club se convirtió en una franquicia, que además ofrece consultoría tanto a otros boliches que quieren incorporar esta tecnología, como a eventos orientados a cuidar el medio ambiente. Además, cuenta con una original gama de productos, como condensadores de dióxido de carbono o barras “cero desperdicio”.

El principio básico es capturar la energía, y utilizarla para autoabastecer las necesidades del local. Todo esto mientras la gente disfruta y pisa fuerte en el suelo (mientras más fuerte, mejor). La pista también cuenta con un medidor de energía (se calcula que una persona puede producir en una noche entre cinco y diez watts). Por otro lado, un dispositivo almacena el agua de la lluvia, que luego es utilizada para las instalaciones sanitarias. El consumo promedio de energía 30 por ciento menor al normal, mientras que el ahorro de agua asciende al 50 por ciento; la emisión de dióxido de carbono también se reduce a la mitad.

Además de expandir el proyecto a otras discotecas del mundo —hay potenciales clientes en Estados Unidos, Inglaterra, Brasil, Francia y Portugal—, Sustainable Dance Club está evaluando la posibilidad de incorporar su tecnología en gimnasios, donde también existe una alta producción de energía.

martes, 24 de agosto de 2010

Desalambrando ocasos

Este domingo se realizó la tercer edición del polifacetico festival en el corralón recuperado por la Asamblea de Floresta.
Distintos grupos culturales se organizaron para expresarse en un lugar común a partir de la música, la pintura, el teatro, la escultura, la danza, la fotografía y otras participaciones que surgen en un espacio planteado para la intervención abierta.
Alumnos del IUNA y militantes barriales, se autodefinen como "un Omnibus de artistas en apoyo a los espacios culturales en resistencia y a los artistas independientes". El espacio fue creciendo velozmente y mes a mes repiten la cita para pasar un domingo desde el mediodía en Gaona 4660