Debut en Buenos Aires y primera gira sudamericana en la historia de una banda que a lo largo de 19 años (incluido un impasse de siete) reivindicó a través de sus letras y su discurso los derechos sociales de los trabajadores y la imagen del Che. Que defendió la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Que fue prohibida de por vida en el programa "Saturday Night Live" por un incidente con el millonario y candidato republicano Steve Forbes.
Primera presentación de Rage Against the Machine en Argentina: paradójicamente, de la mano de una multinacional, la que da nombre al festival porteño que comenzó ayer. Claro que desde el punto de vista de la banda, esto no representa una contradicción, sino la oportunidad de expandir su mensaje y su ideología combatiendo al sistema "desde adentro" (invitaron a los empleados de Zanón -"los obreros sin patrón", De la Rocha dixit- a presenciar el show, y prohibieron a TN la transmisión en vivo).
Y pensar que casi no llegamos. El viaje fue desde Saavedra y con una amiga, poco más tarde de lo recomendable; por supuesto, cuando el tiempo apremia, los imprevistos suceden: veinte minutos con el tren parado a metros del andén de Retiro, por unos fierros cruzados sobre la vía electrificada. Más tarde, una manifestación que cortaba la mitad de Paseo Colón a metros de la Casa Rosada, y otros quince minutos para abrirse paso con el 130. Nos bajamos del colectivo, y la lluvia comenzaba a advertir con una garúa persistente. Ahora sólo quedaba caminar, y claro, conseguir entradas.
Finalmente, encontramos una boletería improvisada y adquirimos los tickets. Eran las 20.40. Pensamos que podríamos ver la segunda parte del show de QOTSA, pero al ingresar nos enteramos que tocaban sus últimos acordes para dar pie a Los Natas, que amenizaron la espera con sus riffs místicos y colgados en el escenario secundario. En el principal, los plomos probaban los instrumentos y micrófonos. Faltaba poco.
A las 22 se apagaron las luces, y mientras en el escenario brillaba únicamente la estrella roja del telón de fondo, los músicos salieron a escena. Un saludo en un español decente por parte de Zack De la Rocha y el arranque con "Testify", un tema demoledor con un sonido que no le hizo justicia. Así pasaron las primeras canciones, mientras la gente pedía a gritos que suban el volumen, y con razón: RATM en vivo con poco volumen es como tomar fernet sin hielo.
De a poco el público entró de todos modos en calor, y desde la consola decidieron subir un poco la perilla. Hubo un punto de quiebre y RATM se terminó plantar en el escenario para hacer lo que mejor sabe: escupir letras furiosas secundadas por un ejército de riffs explosivos, a cargo de Tom Morello, quien aprovecha literalmente todas las facetas de su guitarra, incluso desconectando el cable de su instrumento para hacer las veces de DJ.
Quizá Brad Wilk y Tim Commerford, baterista y bajista respectivamente, reciben menos atención que De la Rocha y Morello. Sin embargo, forman un tándem potente y riguroso, que deja todo listo para que la viola te sacuda el oído. Y no es casualidad: a pesar de la separación de Rage Against the Machine entre 2000 y 2007, los tres músicos permanecieron unidos en Audioslave (junto a Chris Cornell en reemplazo de De la Rocha) lo cual significa que hace veinte años que tocan juntos.
Y eso se nota. La discografía de RATM no es muy extensa (tres álbumes de estudio), por lo que todos los clásicos tienen su lugar. De su primer LP homónimo tocaron siete canciones, entre ellas "Bombtrack", "Bullet in the head", "Know your enemy". El set de hora y media se completó con temas de "Evil Empire" y "The Battle of LA", sus otros discos. Luego de saludar y retirarse brevemente, volvieron para el final: "Freedom" y "Killing in the name of".
Fue el último aliento. El público tuvo su dosis final de mosh y headbanging, y se retiró con dos certezas: la de haber visto a una banda cuya esencia fundamental radica en el vivo, y la de sentir que probablemente esta haya sido la única oportunidad de hacerlo.
Mirá "Testify", el primer tema de RATM en Buenos Aires:
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